miércoles, 7 de septiembre de 2011

El misterioso viaje de Eva Perón y el tesoro de los nazis


El general Perón y su esposa, Evita, tenían en los fondos de un banco de Suiza una considerable fortuna en joyas, cuadros y diversos objetos de valor. Provenía de familias ricas judías asesinadas en campos de concentración y había estado «a buen recaudo» en las mansiones de siete de las más adineradas familias de Europa. Tras la caída del régimen nazi estos objetos se habían convertido en una peligrosa prueba de cargo, por lo que estos ricos entre los ricos decidieron donárselos a Perón como premio al apoyo que había dado a los dirigentes nazis.

Aunque el tesoro estuviese bien protegido, nunca está de más supervisarlo de primera mano y comprobar que cada una de las piezas está donde debería estar. Para eso viajó Eva Perón a Suiza en 1947, en una misión internacional con una confusa finalidad oficial y envuelta en algún que otro incidente.

Esta es la teoría, a mitad de camino entre la leyenda urbana y la investigación periodística, que ha resucitado un libro en Argentina («El heredero del General. La desconocida historia de Mario Rotundo», de Miguel Prenz), y que, como siempre, ha traído la controversia.

Adolf Eichmann o Josef Mengele
El misterioso viaje de la segunda esposa de Perón está lleno de interrogantes, como lo están todos aquellos que sobrevolaron alrededor del patrimonio de los Perón. El primero de ellos es el propio Mario Rotundo, presidente de la fundación por la paz y la amistad de los pueblos, y a quien Juan Domingo Perón legó todos sus bienes. ¿Por qué lo hizo? Nadie ha conseguido hasta ahora aportar una respuesta convincente.

En alguna ocasión, Perón habló del «origen japonés y alemán» de los bienes que el gobierno argentino se había apropiado. Durante años las asociaciones judías han seguido la pista de este dinero, de procedencia judía, y han denunciado que el gobierno peronista ayudó a escapar y escondió en suelo argentino a algunos de los jerarcas más sanguinarios del nazismo, como Adolf Eichmann o Josef Mengele.

El botín nazi en Argentina
El preciado tesoro desaparecido de la Alemania perdedora estaba compuesto por infinidad de lingotes de oro en los que los nazis habían fundido las joyas y objetos que habían ido robando casa a casa, familia a familia, judío a judío. Había además cuadros, objetos preciosos y esculturas que habían ido catalogando y repartiendo. Una parte de ese botín pudo haber acabado en Argentina, como premio a tan entregado gobierno. La otra, en los fondos de un banco suizo.

La pista suiza de Eva Perón ya ha sido abordada anteriormente, entre otros por varios reportajes de la televisión helvética y por los medios de comunicación argentinos, aunque aún hay muchas incógnitas por resolver. Uno de los supervivientes del campo de concentración de Dachau, José Jakunovich, desveló al diario La Nación que «en el libro sobre el juicio de Nuremberg hay un documento importantísimo. Es una carta de un jerarca nazi a otro, escrita antes del fin de la guerra, y en la que le dice: "Perón tiene una amiga que nos va a ser de gran utilidad. Se llama Eva”. Ella todavía no se había convertido en su esposa».

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